Primeros sonidos

“La evidencia sugiere que los primeros protosonidos tienen un papel especial en el desarrollo del lenguaje y la evolución, puesto que son los primeros sonidos que no se vinculan de forma fija a determinadas funciones y, por lo tanto, representan un avance hacia la flexibilidad que requiere el lenguaje”.

Oller, Buder, Ramsdell, Warlaumont, Chorna & Bakeman, 2013

Primeros sonidos

Durante las primeras semanas de vida, los bebés expresan su sensación de hambre o de incomodidad mediante gemidos y llantos. Alrededor del segundo mes de vida, comienzan a producir sus primeras risas, ligadas a la expresión de emociones positivas. Los sonidos emitidos hasta aproximadamente los dos meses de vida, en el periodo llamado “de fonación”, tienen muy poca semejanza con el habla de los adultos. Se trata fundamentalmente de sonidos vegetativos que acompañan la respiración o la deglución. Se trata de sonidos involuntarios, como la tos, los estornudos o los eructos, y no están relacionados con el desarrollo del lenguaje.

Entre el segundo y tercer mes comienzan a aparecer de forma gradual un nuevo tipo de sonidos, a menudo llamados proto-sonidos, que serán especialmente relevantes porque ya están más relacionados con la adquisición del habla. Se trata de unas primeras vocalizaciones que los bebés no controlan todavía con precisión. Son sonidos casi vocálicos, muy cercanos a vocales como la [a] o también la [o] o la [u], y que se producen en la zona posterior de la boca mientras la lengua se aproxima el paladar blando, por lo que el resultado son emisiones que suenan como “gggaaaa” o “ggguuuu”. Un poco más adelante, hacia el cuarto o quinto mes, los niños parecen explorar sus posibilidades de fonación y a menudo emiten sonidos vocálicos largos, jugando con cambios de intensidad y entonación. Pueden producir chillidos, gritos agudos o graves y vibraciones con los labios o la lengua. Es el periodo de expansión de las emisiones vocales.

Hacia el final de este primer periodo, entre el quinto y el sexto mes, ya están muy cerca de poder producir lo que los adultos identificamos como una sílaba, pero todavía no controlan bien ni la duración ni la precisión de la articulación y por eso no podemos hablar de balbuceo propiamente dicho. Estas producciones casi silábicas las practican mientras exploran los movimientos de los labios y la lengua, pero también aparecen durante los intercambios cara a cara con los adultos.

Los bebés entrelazan lenguaje y emoción desde el nacimiento.

Los gestos faciales de los bebés nos indican que aprenden con mucha facilidad a imitar las expresiones emocionales de las caras de los adultos. Además, utilizan sonidos tempranos para expresar esas emociones. Las emociones negativas, como el miedo o la incomodidad, se asocian con los llantos. Las positivas, relacionadas con el placer, se asocian con las risas. A esta edad los bebés también son capaces de imitar algunos movimientos faciales, como sacar la lengua o abrir la boca.

Con la aparición de los proto-sonidos, los bebés comienzan el camino que los llevará hasta la producción de las sílabas características del balbuceo canónico, ya en el segundo semestre de vida. Estos sonidos tempranos representan los pilares sobre los que se podrán construir estructuras más complejas que permitirán a los bebés expresar diferentes estados emocionales. Así aparece la intencionalidad temprana, una característica esencial de la comunicación que constituye la base del desarrollo posterior del lenguaje.

Por otra parte, se ha descubierto que las melodías de los primeros llantos de los recién nacidos ya pueden mostrar características de entonación propias de la lengua de su entorno. Por ejemplo, se ha estudiado el llanto de bebés franceses y alemanes y se ha visto que difiere en aspectos prosódicos o de entonación que son propios de cada una de estas dos lenguas.

El paso de los primeros sonidos hacia la producción de sílabas favorece la interacción entre el bebé y el adulto.

Los bebés pueden producir y practicar las vocalizaciones y los proto-sonidos solos, pero los perfeccionan cuando establecen juegos de interacción con los adultos. Usualmente, los niños emiten vocalizaciones y los adultos responden espontáneamente con más frecuencia a los sonidos que son más similares al habla, porque los identifican como signos de interacción social.

De esta manera, comienza un intercambio bidireccional cada vez más complejo entre adultos y bebés que sirve como motivación para que estos refuercen sus habilidades comunicativas. A medida que las vocalizaciones se tornan más variadas y frecuentes, los sonidos tempranos característicos de los primeros meses de vida también van disminuyendo.

Además de la interacción con el adulto, existen otros factores que influyen en el ritmo con el que se produce este proceso de aprendizaje. Algunos de estos factores son el propio crecimiento de los niños, las funciones de deglución y respiración de los órganos articulatorios, el desarrollo de la percepción del habla y las mismas características de los sonidos de la lengua o lenguas que el niño está aprendiendo.

Consejo

Las interacciones cara a cara y con un objeto son fundamentales para que los niños aprendan que los adultos son seres intencionales. ¿Qué actividades facilitan este aprendizaje?

Ver consejo >
Intencionalitat