Sonidos del lenguaje

“El recién nacido prefiere la voz de la madre a otras voces y capta el contenido emocional de los mensajes que se transmite a través del contorno melódico del habla materna”.

Mampe, Friederici, Christophe & Wermke, 2009

Percepción de los sonidos del lenguaje

Desde el nacimiento, los bebés, a medida que oyen hablar a su alrededor, irán adquiriendo gradualmente un conocimiento más preciso sobre cómo “suena” la lengua de su entorno, su lengua materna.

A medida que van acumulando experiencia, a partir del sexto mes se producen cambios en la manera de percibir los sonidos del lenguaje.

El bebé cada vez percibe mejor las diferencias entre los sonidos del habla y descubre qué combinaciones o secuencias de sonidos son las más frecuentes.

Dado su grado de sutileza, estos cambios perceptivos son difíciles de comprobar en casa, pero se han podido estudiar muy bien en condiciones controladas en los laboratorios de investigación.

A partir de los seis meses los bebés empiezan a “especializarse” o a “sintonizar” de mejor manera con los sonidos de su lengua materna

Al nacer, los bebés perciben y se fijan fundamentalmente en el ritmo y la melodía de la lengua. También pueden percibir muchas diferencias entre sonidos, bien sean vocálicos o consonánticos, incluso aunque no se trate de sonidos frecuentes en la lengua que escuchan a su alrededor. Gradualmente, irán aprendiendo cuáles son los sonidos y las secuencias de sonidos más frecuentes y característicos de su lengua.

Este conocimiento se denomina reorganización o sintonización perceptiva. Así, el bebé irá diferenciando cada vez mejor los sonidos de su lengua, pero al mismo tiempo perderá la capacidad para diferenciar aquellos sonidos que no pertenecen a su lengua.

El contraste /r/-/l/ es un buen ejemplo. Inicialmente, todos los bebés pueden detectar este contraste sonoro. Sin embargo, al acabar el primer año de vida solo mantendrán esta capacidad aquellos bebés que fueron expuestos a lenguas en las que este contraste existe y se usa para diferenciar palabras, como por ejemplo catalán y en castellano. Los bebés expuestos a lenguas como, por ejemplo, el japonés, donde el contraste /r/-/l/ no existe, perderán poco a poco esta capacidad.

La reorganización perceptiva es un fenómeno gradual que permite descubrir y aprender las primeras palabras

Estos cambios en la percepción de sonidos se producen de manera gradual. Parece ser que primero tienen lugar los cambios que afectan a los sonidos vocálicos (a partir de los 6 meses), y un poco más adelante los que afectan a los sonidos consonánticos (a partir de los 10-12 meses). Es fácil entender por qué los cambios perceptivos afectan primero a las vocales que a las consonantes: en el habla fluida, las vocales duran más y son más audibles y estables que las consonantes, las cuales son de una naturaleza más breve y cambiante.

Pero los bebés no solo descubren los sonidos de su lengua, sino que también aprenden qué secuencias de sonidos son posibles y frecuentes en el habla de los adultos. Hay estudios que demuestran que hacia los 9 meses el bebé muestra una preferencia por palabras formadas por combinaciones de sonidos posibles en su lengua, como, por ejemplo, “finta” en castellano y catalán, frente a combinaciones muy poco frecuentes o imposibles de pronunciar como “fniat”.

Este hecho muestra que la exposición regular y continuada al habla del entorno permite extraer un conocimiento cada vez más rico sobre las propiedades sonoras de la lengua. Este conocimiento será básico para el aprendizaje del lenguaje, ya que ayudará a los bebés a descubrir y a producir las primeras palabras.

La capacidad de diferenciar los sonidos contrastivos de la lengua materna es un buen inicio para el aprendizaje de la lengua

Los cambios perceptivos, que transcurren durante la segunda mitad del primer año de vida, son un buen indicador del progreso que los bebés realizan en el aprendizaje del lenguaje. Son fruto de haber estado expuestos a la lengua materna y están muy ligados al descubrimiento y a la adquisición de las primeras palabras. Podemos decir que los bebés se vuelven “expertos” en su lengua materna.

Sin embargo, esta “reorganización perceptiva” (absolutamente necesaria para el aprendizaje de una lengua) también tiene sus contrapartidas. Cuando, ya en la edad adulta, estudiamos una segunda lengua, la especialización perceptiva que hemos desarrollado de pequeños se traduce en una dificultad para percibir diferencias entre los sonidos contrastivos de la nueva lengua que queremos aprender. Los adultos japoneses, por ejemplo, tienen dificultades para diferenciar y producir acuradamente el contraste /r/-/l/, ya que el sistema de sonidos del japonés no presenta ese contraste. Es ese el motivo por el que notamos que a los adultos que aprenden una segunda lengua les cuesta desprenderse del “acento” de su lengua nativa, y difícilmente adquieren los niveles de habla de un nativo.

Consejo

El proceso de especialización en los sonidos del lenguaje se da de manera natural, simplemente estando expuestos al lenguaje. De todas maneras, ¿de qué manera el habla dirigida a los bebés puede contribuir a este proceso?

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